Inicialmente, el movimiento estadounidense está ganando popularidad mundial. Ya en Roma, en las estaciones de Lido Nord y Stella Polare, puedes intercambiar libros y revistas.
¿Te reuniste en Lido, llegaste a la estación de trenes de Roma y descubriste que habías olvidado un libro en casa y ahora no tienes nada que leer en la playa? ¡Esto ya no es un problema! Porque en las estaciones de Lido Nord y Stella Polare desde hace varios meses ha habido un movimiento para intercambiar libros y revistas con la idea estadounidense que se extiende por todo el mundo.
En Roma, los organizadores fueron treinta voluntarios de entre 17 y 30 años de la Asociación Juvenil Yut (www.yutroma.it). La idea de un fenómeno llamado Bookcrossing es que cualquiera puede llevar un libro a su gusto absolutamente gratis en una estación y "devolverlo" a otra estación, simplemente dejándolo en un banco, o incluso llevarlo a casa, pero a cambio de otro trabajo de su propia colección.
Bookcrossing es esencialmente una biblioteca al aire libre. O incluso una red de bibliotecas gratuitas e independientes que pueden ser utilizadas por personas de todo el mundo.
Y, por lo tanto, durante más de cinco meses, los voluntarios de Yut han dedicado su tiempo y esfuerzo a una causa que consideraban importante y significativa para la sociedad moderna. Y aparentemente, no en vano: en dos "bibliotecas", una en la estación de Lido Nord y la segunda en Stella Polare, ya se han registrado más de 1.500 libros.
Entre los libros registrados en el sitio web internacional bookcrossing.com, los libros más "legibles" resultaron ser literatura clásica, especialmente escritores rusos, novelas románticas y revistas. Sin embargo, hay materiales educativos y literatura especializada: desde un manual para jardineros hasta tarjetas aviapilot. El vicepresidente de la asociación Stefano Tacconi explica:
"El mecanismo es extremadamente simple. El lector selecciona un libro y luego lo lleva consigo o lo devuelve. Muchos traen sus libros y otros los llevan a cambio".
Entonces, el clásico de la literatura inglesa se puede dejar en la estación de Brooklyn en Nueva York, cuyos trabajadores notarán en el sitio que tienen una nueva llegada. Y que el libro llegó desde la estación de Lido Nord en Roma.
Pero los libros no son solo frases hermosas de grandes escritores, sino también un herrero de recuerdos, como asegura la voluntaria Giorgia Campeti: “Cuando registré el nombre de un libro, encontré una carta muy conmovedora junto con el dibujo en acuarela que la niña de Turín recibió de mejor amigo que se mudó a Sydney ". Quién sabe de dónde vino este libro, quién lo regaló. Y quién sabe dónde más estará ella.